Me dijo susurrándome al oído ''te quiero'', mientras los latidos iban cogiendo ritmo.
La respiración se aceleró y los sudores empezaron a recorrer mi cuerpo.
Me besó y el tiempo se paró, así, de golpe, el mundo dejó de girar, dejó de existir; y lentamente, él y yo empecemos a ser uno en un universo infinito de deseos.
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