Y si la vida no es una broma, entonces ¿porque coño reímos?

martes, 18 de octubre de 2011

Dueña de un reloj sin horas.


Mantengo día sí y día también el reloj de mi habitación parado. Las manecillas ya no giran, ya no corren, lo miro, y tengo la sensación de que el tiempo está parado, que el mundo paró de girar, y los malos pensamientos se esfumaron juntos a las personas impuras de este planeta.

El reloj mantiene dentro de su esfera un papel donde escribí lo que realmente deseo. Por que...¿quien sabe si algún día no necesitaré que el tiempo vuelva atrás, aceleré hacia delante, o se pare para poder continuar con mi vida, o tener un momento de relax o recuerdos...?

Dejaré que la mente vuelve con ese reloj, sin pensar en las personas que me rodean, solo en aquello que realmente me hace levantarme cada mañana, y me permiten no dejar que me tumben las batallas que pierda frente a la vida.

Ese reloj, no tiene una hora exacta, sino que tiene las manecillas caídas, no marcan NADA. Seré dueña de un reloj que marque el infinito, seré la dueña de un reloj que no me obligue a ser como los demás quieren que sea, dado que no existirán los números ni los días, viviré a mi manera, y solo como a mi corazón y ami mente se les antoje.

jueves, 13 de octubre de 2011

Ni nada, ni nadie puede adivinarlo o cambiarlo


Nada, completamente nada puede hacerme cambiar la felicidad que siento al mirarte o al verte sonreír. No, no podrás cambiar mis ganas de verte cada mañana, y desear oír como suena de nuevo tu voz, para poder esa noche volver a soñar con ella. No podrás imaginar la forma en la que te quiero, ni te puedes imaginar la forma en la que mi corazón late cada vez que te toco, o cada vez que te veo hacer el tonto de esa manera...
Nadie puede adivinar como me siento cada vez que te veo sonriendo, o simplemente cuando mis mirada se cruza con la tuya sintiendo por un segundo que el tiempo se para y la tierra deja de girar por un instante.
Todo eso y mucho más; ni nada, ni nadie puede adivinarlo o cambiarlo, ni si quiera Tú.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Un universo infinito de deseos.



Me dijo susurrándome al oído ''te quiero'', mientras los latidos iban cogiendo ritmo. 
La respiración se aceleró y los sudores empezaron a recorrer mi cuerpo.
Me besó y el tiempo se paró, así, de golpe, el mundo dejó de girar, dejó de existir; y lentamente, él y yo empecemos a ser uno en un universo infinito de deseos.